Milei quiere libertad para despedir: Así lo dijo Myriam Bregman

Milei quiere libertad para despedir: Así lo dijo Myriam Bregman

Un “modelo” impuesto a sangre y fuego

Volvamos un minuto a la historia, porque es pesada. El ataque a los derechos de los obreros de la construcción empezó antes de Videla. Otro dictador, Onganía, acordó con el sindicalista Rogelio Coria la Ley 17258, que también era un régimen especial de trabajo. Allí ya estaba el “fondo de cese laboral”.

Videla y Martínez de Hoz solo tuvieron que buscar los papeles en algún archivo militar (o empresarial) y actualizar un poco la ley. Eso fue lo que hicieron el 11 de julio de 1980.

Pero no se trataba solo de papeles o leyes. En esos años fueron asesinados o desaparecidos 105 obreros de la construcción, 60 de ellos en la seccional Capital. El dato sirve para llegar a la otra punta del hilo: el rol de la conducción de la UOCRA.

Con su líder Rogelio Papagno detenido, algunos dirigentes intermedios comenzaron a pactar con los militares. Gerardo Martínez, actual jefe del gremio, nunca había levantado una pala. Pero igual “construyó” su camino. En 1978 entró a trabajar a la seccional Capital recomendado por el general Pedro Coria, interventor del gremio. “Inspeccionaba” obras. Así se fue haciendo su lugar, hasta que se hizo “mano derecha” de Alejo “el sargento” Farías, a quien terminaría desplazando de la conducción hace 35 años.

Hay un dato más. Mientras trabajaba en la UOCRA, Martínez pegó otro “laburito”: agente de inteligencia del Batallón 601 del Ejército. Fue entre el 1 de marzo de 1982 y el 31 de diciembre de 1983.

El juego a la derecha

Pasaron 40 años de gobiernos constitucionales. Martínez siguió mandando en la UOCRA y la Ley 22.250 siguió mandando en las obras. La ley antiobrera, con sus hojas manchadas de sangre y la firma de Videla, siguió vigente. Fue refrendada en cada paritaria y actualización del convenio en las oficinas de los ministerios de Trabajo progresistas (y no tanto).

Y así volvió a convertirse en el “sueño húmedo” de muchos empresarios y políticos. Algunos inventaron la “mochila argentina” que era la misma porquería con otro nombre. Macri la incluyó en su proyecto de reforma laboral, allá por 2017. Pero pasaron cosas. Los huelgas y movilizaciones contra la reforma previsional se la mandaron a guardar.

Hoy vuelven con el berretín. Y vuelven porque la derecha se envalentonó con un peronismo que ajusta. Se envalentonó con un Gerardo Martínez que se junta con Milei y “construye puentes”. Se envalentonó porque Martínez dirige la CGT y hace la campaña con Massa. Y lo invitan siempre al Coloquio de Idea que organizar los mismos que ayer golpearon las puertas de los cuarteles. Se envalentonó porque las cúpulas sindicales «no descartan» negociar sus convenios.

Hasta “volvió” Alberto Rodríguez Varela, el estanciero y ministro de Videla que redactó aquella ley. Y que además defendió al dictador en la causa por robo de bebés. Su hija Isabel, dirigente de la Sociedad Rural, va en las listas de Milei en Entre Ríos.

En el debate presidencial la única que denunció esta amenaza fue Myriam Bregman. Hasta llegó a imitar las bravuconadas del liberfacho diciendo que lo que quiere es “indemnizaciones afuera!”.

 

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