Las heridas que se lamen son económicas

Las heridas que se lamen son económicas

“La macroeconomía ordenada no gana elecciones”, aseguran en Casa Rosada, donde apuntan todo a mejorar los ingresos de sectores no formales. Los movimientos sociales y un Presupuesto que espera a última hora.

La derrota categórica que sufrió el Gobierno Nacional en las PASO legislativas tiene aristas diversas que explican, sobre todo, el volumen de la diferencia. Pero el corazón del problema, según la visión oficial, es que la economía jugó en contra incluso para sectores aliados en lo político. “Es todo muy pronto, pero hoy nos estamos lamiendo las heridas, y esas heridas son económica”, se sinceró un alto funcionario de uno de los ministerios técnicos ante la consulta de Página I12, quien aseguró que la mejora en los ingresos, sobre todo de sectores informales, debe ser el asunto central para cambiar el clima de cara a los comicios generales de noviembre y aún más allá de ellos. Fue uno de los ítems que se conversó en un almuerzo entre el Presidente Alberto Fernández y algunos ministros en Casa Rosada, entre ellos, el de Obras, Gabriel Katapodis y su par de Desarrollo Social, Juan Zabaleta.

Por estas horas, en despachos oficiales se discute qué factores modificar, pero hay una idea rectora que responde, de algún modo, al núcleo mayoritario que llevó al Frente de Todos al poder en 2019: el ordenamiento fiscal es un bien importante, pero en un escenario en el que los sectores medios, medios bajo y bajos, estén en condiciones de afrontar su situación de necesidades básicas con algo de naturalidad, cosa que no ocurre por los altos niveles de inflación. Por eso, lo que se define es un cambio de rumbo más sustentable que coyuntural, pero un giro visible. Nadie quiere, en el Gobierno, mostrar una reacción espasmódica descontrolada como la que tomó Mauricio Macri tras la caída en las PASO presidenciales.

Si está claro el problema, el diagnóstico: desde hace un tiempo y como viene reflejando este diario, el dato que más inquieta al Gobierno y al ministerio de Economía, más que la inflación general, fue el alza de la canasta básica de pobreza, con indicadores siempre por encima de la media de los precios. Eso pone de manifiesto los problemas de la sociedad que no tiene acceso a paritarias ni a un salario registrado.

Este factor generó las reacciones en sintonía crítica de muchos intendentes del Conurbano, como Mario Secco, de Ensenada. En paralelo, dirigentes de los movimientos sociales también dieron pistas en esa línea. Juan Grabois, de la CTEP y Juan Carlos Alderete, de la CCC, refirieron a los problemas que atraviesan los sectores bajos. «Hay que cambiar el rumbo económico, votó menos gente y los militantes votamos enojados», dijo Grabois, y agregó que «la gente la está pasando realmente muy mal, los números sociales son escandalosos y se hizo bastante poco en relación a eso».

Hubo algunos avisos de los sectores, como la marcha de los Cayetanos a Plaza Mayo y conversaciones con ministros, tan solo unas semanas antes de las PASO. Esta problemática se ve también en el apuro oficial por implementar el cambio de planes sociales por trabajo, que esta vez cuenta con el aval urgente de los beneficiarios de programas de asistencia. Todo ese combo de recomposición apunta a re-convencer a los propios, o que no fueron a votar o se inclinaron por otras opciones que no fueron Cambiemos. Hay un dato que manejan en la esfera oficial que es cerca de 2 millones de votantes que no asistieron a la PASO y podrían volver en noviembre.

El domingo por la noche, en el bunker del FDT en Chacarita, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se sentó en primera fila. También estuvo en primera línea en el acto en el Museo del Bicentenario en el que se presentó, este lunes, el Proyecto de Ley de Compre Argentino. Un rato antes, el jefe de ministros, Santiago Cafiero, negó cambios en el Gabinete y confirmó al ministro, que además es el negociador con el Fondo Monetario (FMI) en un acuerdo aún no cerrado. Tácticamente, no había muchas opciones para confirmar cambios ministeriales en público, por eso otras fuentes cuentan que, si hay modificaciones, “el tiempo lo dirá, hay que esperar porque esto es muy reciente”.

Guzmán tiene en su escritorio el proyecto de Presupuesto 2022, que irá al Congreso el próximo 15 de septiembre. A esta hora, se especula con que hasta última hora está sujeto a modificaciones, dependiendo de los giros en la política económica que el Gobierno define hacer. También esperan ver cómo se encauza, ahora, el diálogo con el FMI, lo que también está relacionado a algunos indicadores a presupuestar para el año próximo.

Naturalmente, más allá de cambios o no de nombres, hay varios sectores de alianza de gobierno disconformes con lo tarde que llegó la mejora económica a la gente. Si se ven los datos globales, son buenos en cifras macro de industria, construcción y recién ahora hay un repunte del gasto. Pero sigue derrumbado el ingreso medio. Algo de eso fue lo que alertó a principios de año la vicepresidenta, Cristina Fernández, cuando habló de “funcionarios que no funcionan” y de trabajar cumpliendo con el votante que los llevó al gobierno.

Después, los dirigentes más sofisticados apuntaron que la gestualidad también es relevante y que, además de los ingresos, hay que corregir indefiniciones como la cuestión del cupo a la carne y establecer una política de precios más concreta. Además de articular, siempre dentro de los márgenes, con sectores estratégicos como el campo. Los chispazos constantes impactaron, cuentan, en el volúmen de elecciones en distritos agrarios, como Santa Fe.

En este escenario, puede haber medidas de corto plazo que ya estaban planeadas con antelación que se aceleren, como incrementos a pasivos, más dinero para obras y gestos al sector pyme, pero ninguna tomada con la intención de influir en el voto sino de girar en el rumbo oficial. En el Gobierno piensan, más que en la corta, en una consolidación de otro perfil que lleve a un cambio de ánimo parecido al proceso de la derrota en las legislativas del 2009 al triunfo en las presidenciales del 2011, el famoso 54 por ciento.

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